saramago, preciado y horkheimer y adorno: un ensayo

CONSIGNA: Leer los ensayos de Saramago, Preciado y Horkheimer/Adorno, y realizar una nota de lectura en la que describan el estilo (vocabulario, uso del fraseo y la puntuación, registro), cómo argumenta cada uno su tema (procedimientos que utilizan, orden de los argumentos, transiciones) y cómo estructuran el texto (dónde y con qué inician el texto, qué tipo de desarrollo y organización del mismo, cómo concluyen).

 

Los ensayos de Saramago, Preciado y Horkheimer y Adorno son, en pocas palabras, muy diferentes. Pero todos son, de igual manera, muy interesantes.

Empezando por el de Saramago (convenientemente, mi favorito), Una carta con tinta de lejos. Su estilo estaba inundado por el elemento de la repetición, como con las palabras "quien escribe" en el primer párrafo y "escribo" en el segundo. Es un texto precioso, llenísimo de metáforas y lenguaje figurativo descriptivo, con características frases largas y con muchas comas. En uno de los párrafos, utiliza múltiples preguntas para relacionarse con el lector. Lo cual nos lleva al tipo de argumentación que conlleva.

Saramago argumenta con detalles y ejemplos, con una mezcla de su estilo figurativo que apela a la creación de una imagen en la mente del lector. Esto provoca tantos detalles que obliga a la audiencia a simpatizar con él, porque humaniza una experiencia de su propia vida (ethos). Esto sucede, por ejemplo, cuando dice: "Escribo desde una calle que lleva el nombre de Esperanza, donde se reunieron por última vez los conjurados del 5 de octubre, por donde pasan hoy mis vecinos blancos o negros". Conecta con su audiencia al apelar a sus emociones (pathos): “Sentado en el desierto, el escribiente se sentirá dulcemente incomprendido, llamará en su auxilio a los dioses que más quiere, a ellos se confiará, y todos juntos, punto por punto, sabrán hallar las buenas razones, las adormideras de la conciencia, hasta que el benévolo sueño los reúna y retire de este bajo mundo.”

Cuando se trata de su estructuración, el autor estructuró su texto en diez párrafos, unos mucho más largos que otros. Empieza con una introducción que apela a su experiencia como autor legítimo, y finaliza con un párrafo de preguntas retóricas que dejan al lector pensando—de esta manera lo último que leen los conecta al escritor.

Por otro lado, tenemos a Preciado, con Aprendiendo del Virus. Este texto es extremadamente diferente al de Saramago, no sólo por su largo (mientras que el de Saramago es de dos páginas, Preciado se extiende en once). Este texto tiene un estilo muy formal, de formato sumamente académico. Algunas citas están en tamaño de letra más grande para llevar el enfoque a ellas. Las oraciones no son ni largas ni cortas, sino más bien frías y calculadas (de nuevo, todo es muy académico, muy revisado). Preciado usa muchas comas, entrecomillas para las citas, y palabras en itálica cuando se refiere a términos. De todas maneras, incluso cuando la gran mayoría del texto es justamente formal y académico, de vez en cuando surgen frases informales y directas al público, como lo es uno de sus subtítulos: “La prisión blanda: bienvenido a la telerrepública de tu casa”. Da un énfasis en la charla directa con el lector: “¿Les suena familiar todo esto?”

Al tratarse de su tipo de argumentación, en el texto de Preciado es muy importante recalcar el uso de la legitimación a través de la presentación de su conocimiento del tema como profesional, apelando al ejemplo de Foucault desde un principio para exponer su punto de vista como autoridad del contenido histórico y teórico del asunto. Su argumentación se da primordialmente a través de logos; es un texto lleno de ejemplos específicos (como el de la sífilis), análisis de experiencias, citas, y multiplicidad de voces (Foucault, Roberto Espósito, Pasteur y Kotch, etc.). Habla de lo que sabe y sabe de lo que habla. Son argumentos lógicos, científicos, sociales. Son argumentos claros y concisos, con transiciones fáciles de seguir, estando la tesis de cada párrafo casi a su final, luego de explicar de dónde proceden: “Los teléfonos móviles y las tarjetas de crédito se convierten aquí en instrumentos de vigilancia que permiten trazar los movimientos del cuerpo individual”, o también: “El domicilio personal se ha convertido ahora en el centro de la economía del teleconsumo y de la teleproducción”.

Hablando de la estructuración de su texto, el estilo es, de nuevo, muy de ensayo académico, estructurado en párrafos. Se da una separación del texto por medio de subtítulos para separar distintas secciones de su exposición. Comienza con el ejemplo de Foucault, y termina con un eje más en la acción que en el pensamiento: “Como el virus muta, si queremos resistir a la sumisión, nosotros también debemos mutar.” Es una llamada a acción como conclusión, con pasos directos a seguir, para “reapropiarnos críticamente de las técnicas de biopolíticas y de sus dispositivos farmacopornográficos”, un importante llamado a una revolución.

Finalmente, hablamos del texto de Horkheimer y Adorno. Este texto, Aislamiento por Comunicación, tiene un tono racional, pero pasional al mismo tiempo; aunque predomina lo racional y lo lógico, se ve la modalización enfática de la aserción ("no solo"), lo cual le otorga su carácter pasional. Tiene una modalización aseverativa, utilizando figuras retóricas como la metonimia ("los hombres viajan sobre círculos de goma") y la paradoja como figura de pensamiento. Es un texto muy corto, de menos de una carilla. Argumenta justamente a través de tesis concisas y directas (como cuando dice: "El diálogo en la célula familiar se halla regulado por los intereses prácticos"). Y su estructuración se basa en un sólo párrafo largo, comenzando al introducir la problemática ("La afirmación de que el medio de comunicación aísla no es válida sólo en el campo espiritual"), y termina con la tesis principal ("La comunicación procede a igualar a los hombres aislándolos").





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